viernes, 3 de junio de 2016

Beatriz Sarlo: "Nunca podemos leer tranquilos a Borges"


 
Claudia Peiró

En una clase magistral dictada en el Centro Cultural San Martín, Beatriz Sarlo analizó el modo en el cual Jorge Luis Borges crea y ordena a sus antepasados como "precursores", aludiendo así al célebre texto de este autor sobre Kafka y sus precursores.

"El árbol genealógico de Borges tiene apellidos que lo llevan a toda la historia de la independencia argentina y americana, apellidos que lo ponen en la Guerra del Paraguay, en las guerras que la elite criolla libró contra los pueblos originarios, la llamada guerra al malón, y también en las peleas intestinas de la elite, en el último tercio del siglo XIX", explicó Sarlo, introduciendo el tema de su clase, que fue también un homenaje al escritor de cuya muerte se cumplen 30 años el próximo 14 de junio.

El primer ejemplo que dio fue el del coronel Isidoro Suárez, "sin duda el prócer más importante para Borges de todos estos abuelos y bisabuelos". El bisabuelo a quien dedicó uno de los primeros poemas (Inscripción sepulcral) de su primer libro, Fervor de Buenos Aires.

"No es casual que Isidoro Suárez esté en sus primeros poemas. Es como poner una estatua en el comienzo de su linaje"

Tras aludir al modo en que dirigió la carga contra el enemigo en la batalla de Junín –un acto de arrojo destacado por el propio Simón Bolívar y subrayado por Mitre como decisivo para la victoria posterior en Ayacucho-, Borges dice, no sin pesimismo: "Hoy es orilla de tanta gloria el olvido".

"No es poco tener a este Isidoro Suárez como bisabuelo –dijo Sarlo-. Era el jefe de Caballería y cargó, según cuenta Mitre, a sable y lanza sobre los españoles y los puso en fuga. No es casual que esté entre sus primeros poemas. Es como poner una estatua en el comienzo de su linaje. Pero Borges siempre tiene un movimiento como de decepcionar, decepcionarse o decepcionar al lector. Mucho después -30 años después-, en un reportaje, dice, en tono típicamente borgeano, que la batalla de Junín había sido 'una escaramuza (que) sólo duró tres cuartos de hora y no se disparó un solo tiro'. Uno diría, bajándole el precio a la victoria".
Télam

"Nunca podemos leer tranquilos a Borges –sentenció-. Siempre aquello que menciona, 'gloria', 'olvido', 30 ó 40 años después puede estar matizado, incorporado como un acontecimiento lateral o menor".

Luego aludió a la importancia de los detalles en la obra del este escritor. Y justamente , en un cuento sobre un traidor que pasará a la historia como héroe –trama que toma de Chesterton- y que, dice Borges, "puede" haber sucedido en Irlanda, aparece la fecha 6 de agosto de 1824, que es la de la batalla de Junín. Este detalle es para Sarlo muy significativo. Como una pista que deja Borges y que muy pocos habrán detectado en su momento.

"¿Cuántos recordaban en 1940 que la batalla de Junín tuvo lugar el 6 de agosto de 1824?, preguntó Sarlo. En el detalle Borges inscribe algo que es del orden de lo autobiográfico. Capcioso y difícil. ¿Para quién es esa fecha? Ese detalle no está para nadie, inscribe la historia de Isidoro Suárez en la ficción. El mayor homenaje que le puede hacer a su abuelo".

"Borges constituye a estos soldados de la Independencia como sus precursores"

"Borges –siguió diciendo Sarlo- constituye a estos soldados de la independencia en sus precursores. Los saca de esa 'orilla donde el olvido puso a la gloria' [como dice en el poema dedicado a Isidoro Suárez] y los constituye sin duda en un linaje. Ese linaje ya existía, era real. El se lo apropia convirtiéndolos en precursores. En el mismo sentido que él explica que Kafka reordena a sus precursores".

Lógicamente, Sarlo también aludió al Poema conjetural, uno de los más célebres de Borges, cuyo tema es el asesinato de Narciso Laprida, otro antepasado de Borges.

En ese poema, Laprida antes de morir dice: "Yo que anhelé ser un nombre de sentencias, de libros, de dictámenes, A cielo abierto yaceré entre ciénagas, pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto, al fin me encuentro con mi destino sudamericano".

"¿Quién habla? –preguntó Sarlo- Laprida anheló sin duda ser lo que Borges fue. Borges fue un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes. Pero este precursor que tuvo una dulzura final. Un júbilo secreto, quiere decir que ni quien lo enuncia lo conocía. Un precursor que no tuvo la fortuna de su descendiente. Y un descendiente que escribe de un modo que puede llevar a dudar si no piensa que no tuvo la fortuna de su precursor: encontrar un destino sudamericano".

"A Borges le interesa cómo alguien en un determinado momento se pone a la altura de su destino. No lo deja pasar"

Esto llevó a Sarlo a un tema muy importante en Borges: el momento, cómo la vida de un hombre se juega en ese momento en el que se cruza con su destino y no lo alude: "Ese momento puede ser el de la muerte –explicó-. Ahí Laprida entendió que su vida no fue la que quiso, pero no se lamenta por la muerte. En el Martín Fierro, Borges encuentra esos momentos; el más decisivo para él es la noche en que Fierro está huyendo, la partida lo alcanza, se baja del caballo y empieza a pelear solo contra varios. Es el momento en el que Cruz dice que no acepta que 'se mate así a un valiente'. Cómo alguien en un determinado momento se pone a la altura de su destino. No deja pasar el destino".

Ese momento, lo tuvo también su otro antepasado en Junín, como se vio.

"Él ordena su linaje –dijo Sarlo-. Tiene nostalgia de un mundo heroico. Pero no sabe si hubiera sido como ellos. Borges siempre corrige. El celebró ese coraje pero empieza a autocriticarse, por ejemplo, en el final de las obras completas, cuando escribe: pensaba que el valor es una de las pocas virtudes de que son capaces los hombres, pero su culto lo llevó, como a tantos otros, a la veneración atolondrada de los hombres del hampa" [N.de la R: en este texto de 1974, Borges está hablando de sí mismo en tercera persona].

Fuente : Infobae

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