miércoles, 29 de julio de 2015

Borges y la Luna




 La llegada del hombre a la Luna fue la única oportunidad en la que el escritor argentino Jorge Luis Borges quiso sentarse frente al televisor para seguir una historia, relata su viuda, María Kodama, en una entrevista que publicó el diario español El País.

“Por el alunizaje fue la primera, única y última vez que se sentó frente al televisor para que le describiera lo que veía”, señala Kodama en la charla, en la que habla asimismo sobre la aventura que ambos vivieron al hacer un viaje en globo que sobre California y que se cuenta en el libro Atlas (Sudamericana, 1984).

Como ninguno de los dos tenía televisor, trajeron uno de la parte del servicio. “Le iba describiendo paso a paso lo que hacían los astronautas. Le encantó. No le gustaba la tele, pero aquello le gustó”.

“No quiero ponerlo en boca de él, pero por lo que me decía creo que lo vivía como la victoria de lo que aparentemente para la gente sin imaginación es algo fantástico, un cuento, directamente algo que no existía”, explica.

Kodama rememora además aquel viaje en globo y asegura que el entusiasmo de Borges se debía a todas las historias de la literatura fantástica de los viajes en globo y por el viaje a la Luna. Por su ceguera, los organizadores incluso quisieron convencerlo de que no se subiera, pero no lo consiguieron.

Kodama, que se casó con Borges al final de su vida pero que lo acompañó desde los 16 años, preside actualmente la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Durante la charla con El País también subraya la ética del escritor y confirma la versión “no oficial” que siempre ha asegurado que el Comité Nobel nunca le dio el premio por haber viajado al Chile del dictador Augusto Pinochet y haberse reunido también con el presidente de facto argentino Jorge Rafael Videla.

Cuando iba a recoger el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile en 1976, Borges recibió una llamada en la que desde Estocolmo le recomendaban no ir, señala Kodama. Al final de la conversación, el autor de El Aleph afirmó: “Mire señor, yo le agradezco su amabilidad, pero después de lo que usted acaba de decirme mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no debe permitir: sobornar o dejarse sobornar”.

“Fue genial, yo lo adoré más que nunca. ¿Quién por sus ideas soporta algo tan tentador?”, explica Kodama.

Fuente : El Litoral

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