sábado, 6 de julio de 2013

La Calle Florida fue el refugio natural del genio Jorge Luis Borges



Fue un ícono de ese Buenos Aires literario, que tenía en la tradicional Calle Florida no sólo el paseo sino que reunía a los más selecto de las artes de ese tiempo, que aunque complejo en lo político no dejaba de tener ese encanto por el cultivo de las artes

La Calle Florida fue uno de los paseos preferidos de Jorge Luis Borges que recorrió innumerables veces del brazo de María Kodama.

En esas idas y venidas, Borges fue tejiendo su mundo de amistades eternas, porque los nombres que han quedado para la historia del arte argentinos en general.

Una de esas personas fue Amanda Ortega, fotógrafa que tenía su estudio cerca de la casa donde vivía Borges con Kodama. Amanda recuerda el momento del primer encuentro con el escritor en una bruma de ensueños y nostalgias: El encuentro fue “una mezcla de emociones y desequilibrio”, recuerda la fotógrafa. La pareja vivía a una cuadra de diferencia de su casa y Amanda los veía caminar por Maipú, Paraguay y Florida casi cotidianamente. En ese entonces, Amanda trabajaba para un fotógrafo y escritor para quién hacía laboratorio.

Dice Amanda: “Era para mí un placer verlo, siempre los seguía porque era muy estético, tan placentero, con tez de bebé, los zapatos tan lustrados y perfectos… ”

A partir de ese momento, juntos no sólo compartieron momentos de diálogo y sabores sino que nació una relación profesional de colaboración en proyectos como el libro El Atlas de Borges y un documental basado en un cuento del autor.

Así quedaron retratados para la eternidad todos los gustos y amigos de Borges, como la foto con su gato Freyja, motivo de especial atención por parte del escritor.

En esas fotos están también sus “talismanes” como llamaba Borges a sus objetos y que describió en un poema:  “Un ejemplar de la primera edición de la Edda Islandorum de Snorri, impresa en Dinamarca./ Los cinco tomos de la obra de Schopenhauer./Los dos tomos de las Odiseas de Chapman./Una espada que guerreó en el desierto./Un mate con un pie de serpientes que mi bisabuelo trajo de Lima”.

Se cuenta que mientras Borges repasaba verbalmente cada objeto suyo, la lente de Amanda iba congelándolos en el tiempo.

Sellado en el tiempo un Borges lleno de laberintos en emblemas tan difíciles a veces de comprender, como suele ocurrir con los genios; ése es el mundo del "viejo poeta ciego y sudamericano" ,

Un hombre contradictorio hasta la genialidad misma, "orillera", pero adverso al tango que provenía de esos lugares.

Quizás en partes, enemigo de lo vulgarmente campestre y provinciano, como Sarmiento, pero tan fundamental para la Argentina como el sanjuanino.-

Fuente : El Intransigente
Miércoles, 24/08/2011

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